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Que el surco nos preocupe más que la espera del barco

Sin pecar de triunfalistas, el hecho de cerrar la campaña de primavera de cultivos varios con la siembra de más de 19 000 hectáreas de viandas, granos, frutales y hortalizas constituye, para Camagüey, una clara señal de cuánto puede hacerse en circunstancias de carencias materiales de diverso tipo.

Que el surco nos preocupe más que la espera del barco
08 Sep 2021

Sin pecar de triunfalistas, el hecho de cerrar la campaña de primavera de cultivos varios con la siembra de más de 19 000 hectáreas de viandas, granos, frutales y hortalizas constituye, para esta provincia, una clara señal de cuánto puede hacerse en circunstancias de carencias materiales de diverso tipo.

Sin embargo, a directivos, especialistas y productores tampoco les resulta ajeno que los planes hasta ahora concebidos están distantes aún de contribuir a resolver el angustioso problema de satisfacer la demanda de productos agrícolas de una población que supera hoy los 764 000 habitantes.

Aunque pesa mucho el apego a una enraizada tradición ganadera, lo cierto es que Camagüey produce un porciento bajo de los alimentos que consume, por lo que el resto hay que transportarlo desde otras provincias, con el consiguiente gasto de combustible y la merma de las cosechas en el azaroso trasiego.

Revertir tal situación constituye, por tanto, el objetivo supremo de los agricultores camagüeyanos, lo que requiere de la rápida movilización de las reservas productivas, a sabiendas de que no es una varita mágica que dará respuesta a todos los obstáculos e inconvenientes que surgen en el camino.

Las prioridades para lograrlo están bien definidas: consolidar los polos agrícolas, dinamizar el proceso de entrega de tierras, acelerar el combate contra el marabú, eliminar las áreas ociosas, hacer un uso más eficiente de los sistemas de riego, incrementar el empleo de la tracción animal y fomentar nuevos cultivos.

Vencer esa asignatura pendiente, en medio de fuertes limitaciones de recursos, solo será posible si se le saca el «zumo» a cada pedazo de tierra cultivable, sobre la base de la combinación armónica de la entrega cotidiana al trabajo, la voluntad creadora y la sapiencia de los hombres y las mujeres del campo.

Otro será el resultado si, como ocurre en algunas fincas y cooperativas, en lugar de cumplir los compromisos pactados o crecer en los aportes, prevalecen las lamentaciones, las justificaciones y la insistencia en remarcar los problemas, actitudes estas que impiden avanzar al ritmo deseado.

El llamado de las autoridades locales es a sembrar más y mejor, habida cuenta de la imposibilidad de poder aspirar, por el momento, a altos rendimientos agrícolas, al no contar siempre con los paquetes tecnológicos (fertilizantes, plaguicidas, combustibles y otros insumos) que exige cada tipo de cultivo.

No obstante tales avatares, el panorama en los campos de Camagüey se transforma con el paso de los días, no fruto de un entusiasmo pasajero, sino de la conciencia de que es esta la forma más económica y sustentable, en las circunstancias actuales, de asegurar los alimentos que necesita la población.

Es también una manera concreta de dejar de ver los conceptos de soberanía alimentaria y autoabastecimiento territorial como algo abstracto y alejado de la realidad, cuando se trata, al decir campesino, de olvidarse de una vez y por todas de los barcos en puerto, y ponerse de lleno para el surco bienhechor.


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