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Multiplicar lo que vale la pena

En los últimos dos años, la pandemia de la COVID-19 fue un obstáculo para que la vida siguiera su curso normal; sin embargo, no impidió una iniciativa multilateral, enfocada en revitalizar el campo cubano

Multiplicar lo que vale la pena
29 Dec 2021

En los últimos dos años, la pandemia de la COVID-19 fue un obstáculo para que la vida siguiera su curso normal; sin embargo, no impidió una iniciativa multilateral, enfocada en revitalizar el campo cubano.

El concurso Diez iniciativas y evidencias innovadoras de agricultura sostenible y agroecología para el desarrollo rural, escalables a políticas públicas, fue lanzado en 2019 por el Ministerio de Agricultura
y sus asociaciones, junto a la Delegación de la Unión Europea en Cuba y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura –fao–, en colaboración con socios técnicos y fi nancieros presentes en el país.

Su objetivo esencial fue sistematizar experiencias con el mejor potencial para el desarrollo agrario, demostrado con pruebas de campo y evidencias. Lanzado previo a la aprobación del Plan de soberanía alimentaria y educación nutricional de Cuba –Plan san–, sus bases se alinean con los propósitos de esa estrategia.

De 251 propuestas, el comité de expertos de diferentes instituciones seleccionó 15, a partir de requisitos específi cos por categoría: fincas agroecológicas, tecnologías apropiadas y metodologías de promoción y apoyo.

De las diez fincas seleccionadas del país, dos son de la capital: La China, por su Sistema Integrado de Ganadería Agroecológica (siga) y Jibacoa, con su modelo de agricultura familiar en un sistema integrado.

Además de las prácticas agropecuarias que allí realizan, uno de los valores de esas experiencias habaneras es haber puesto a producir espacios que antes eran tierra de nadie, de la mano de la Ciencia.

LA CHINA

Entregada en usufructo en 2000 y con una superfi cie de 7,10 hectáreas, en La Lisa, la finca La China es liderada por una mujer, Hortensia Martínez del Valle, quien, como ingeniera mecánica, cometió muchos desaciertos, pero aprendió de ellos. “Tocamos puertas, fuimos a centros de investigación y organizaciones y, con el concurso de científi cos y sus recomendaciones, aprendimos a integrar la agricultura, la ganadería y la forestería”, dice.

Es alta la diversidad: allí se crían seis especies de animales, incluidos peces y abejas; se cultivan 15 tipos de raíces y tubérculos, hortalizas, granos, frutales, 500 árboles y 2 000 postes de cercas vivas.

Con la aplicación de la metodología siga, Martínez pone en práctica el principio de que cada rubro cumpla una función integradora, se valoren las cercas vivas, las barreras, la vegetación acompañante y se haga un uso racional del agua.

En este escenario productivo han logrado desarrollar sus reproductoras y sementales registrados y tienen un estudio de suelo que pauta los programas de siembra, conservación y manejo apropiados. Entre otras alternativas, emplean fertilizantes orgánicos, biodigestor, molinos a viento, secador solar y obtienen semillas propias.

Además de aportar alimentos a la Cooperativa de Créditos y Servicios (ccs) Roberto Negrín y de ser ejemplo a otras mujeres, el modelo allí empleado incluye también círculos de interés, donaciones de comestibles, articulación con centros de investigación y proyectos de colaboración internacional.

JIBACOA EN LA HABANA

La finca Jibacoa se ve desde la avenida Independencia (Boyeros), en las proximidades de la Escuela de Voleibol. El productor Rolando Corrales, de la ccs Haydée Santamaría, de Boyeros, le ha puesto alma, corazón y vida. “Era una tierra que daba miedo, casi nadie creía que podríamos lograr algo”, dice, recordando los días fi nales de 2011.

Para realizar algo provechoso, asistió a muchos talleres y se adueñó de la agroecología y sus múltiples prácticas: canales hídricos, estanques para recolectar agua de lluvia, mínimo laboreo y humus
de lombriz para mejorar el suelo, adaptando recursos que otros consideraron desechos.

Son diversos los subsistemas que emplea, todos relacionados entre sí: ganadería, plantas proteicas, forrajeras, ornamentales y maderables, conservación de semillas, frutales –con más de 50, incluidos los menos vistos como canistel, caimito, guanábana, níspero, marañón, chirimoya, anón, dátil, nuez y sacha inchi–, especies medicinales y condimentosas, viandas, hortalizas y de abonos orgánicos.

La Jibacoa se distingue por la producción de semillas, lo que garantiza su calidad y germinación de bajo costo, además de fortalecer la resiliencia ante eventos hidrometeorológicos extremos. Para Corrales, en todo ello es relevante el valor de la familia, cuando se integra con las capacidades de cada cual.
Así, Jibacoa se ha convertido en puntera en su ccs en la producción de rubros como la leche de cabra y los jugos.


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